En medio del auge del software como servicio (SaaS) y de la creciente capacidad de los proveedores para ofrecer servicios tecnológicos de alta calidad, las API y la integración con terceros han creado ecosistemas interconectados. Sin embargo, esta interconexión también ha generado una dependencia peligrosa: si un proveedor sufre una vulneración, toda la red puede verse comprometida.
Muchas organizaciones no tienen mapeada su cadena completa de proveedores digitales, ni los sistemas que estos suministran, ni los riesgos asociados. Esta falta de visibilidad limita la capacidad de anticipar posibles vectores de ataque.
Casos recientes como los de SolarWinds, MOVEit y 3CX han demostrado cómo los atacantes pueden infiltrarse a través de actualizaciones o dependencias legítimas.
Actualmente, los atacantes ya no se enfocan exclusivamente en vulnerar grandes corporaciones, sino que apuntan a proveedores más pequeños con accesos privilegiados.
Esto puede representar riesgos como:
Buenas prácticas para mitigar estos riesgos:
En la ciberseguridad moderna, no podemos limitarnos a defendernos de forma aislada. La confianza es el nuevo perímetro, y cada proveedor actúa como un colaborador interno: un eslabón que puede fortalecer o debilitar toda la cadena.